Hola Chicos! Reciban un afectuoso saludo en nombre de Susana, Mónica y Paola.

Queremos comentarles que, con este taller, pretendemos habilitar un espacio para la pregunta, para la duda, para la opinión, para la expresión, reflexión y el conocimiento de diversos aspectos vinculados a la sexualidad. Junto a ustedes trataremos identificar algunos prejuicios y falsas creencias para construir “desde el derecho” nuevas formas de pensar la sexualidad.

Esperamos que les guste nuestra propuesta y encontrarnos en el taller, ¡Hasta entonces!


COORDINADORAS: Bisi, Mónica; Fullani, Paola
Zuain, Susana

lunes, 12 de septiembre de 2011

ROMPIENDO MITOS...


Imaginarios y prejuicios sociales acerca de
la violencia intrafamiliar


A continuación les presentamos algunos de los imaginarios y prejuicios que cultural e históricamente se han construido en nuestra sociedad y que, desde un punto de vista cognitivo, afectivo y comportamental, influyen en la manera en que los hombres y las mujeres establecen sus relaciones de pareja y con las instituciones en general.

Dichos prejuicios y representaciones sociales, cotidianamente se expresan en frases, refranes o dichos populares, que en cada país toman formas diferentes, pero su contenido es el mismo.

A continuación encontrará algunos de los prejuicios que se escuchan comúnmente en las interacciones sociales:


 
“La ropa sucia se lava en casa"

Es una expresión que se utiliza para señalar que cualquier conflicto que tenga lugar dentro de la familia, independiente de su naturaleza, violenta o no, y magnitud, debe ser resuelto por sus integrantes y no debe trascender a las esferas públicas. De las consecuencias son cómplices todas las personas que ante una situación de violencia conyugal en la casa vecina guardan silencio y le dan la espalda, o cuando se justifica la falta de acción frente al maltrato entre la pareja exponiendo como universal el caso de un hombre que ayuda a una mujer que es golpeada por su marido en la calle y lo que recibe son insultos por parte de la mujer golpeada, quien dice: “Para eso es el marido”. El
hecho de haber reconocido la violencia intrafamiliar como una violación de Derechos Humanos implica que el Estado tiene la responsabilidad de intervenir en dichos casos. A pesar de este reconocimiento, hace falta que la sociedad en general se convierta en garante de los derechos de todas las personas, constituyéndose las comunidades, vecindarios, centros educativos, iglesias, organizaciones populares, entre otros, en veedores de unas relaciones solidarias, democráticas y equitativas en la familia y la pareja.


 
“Si a la mujer la maltrata su marido es porque
algo habrá hecho”
Cabe aclarar que ninguna persona tiene “derecho” a maltratar física, psicológica o sexualmente a otra persona y que no existen excusas válidas de ningún tipo para ello y mucho menos cuando a esas personas las une un vínculo afectivo y emocional. Una socialización tradicional de género lleva a que los hombres sientan todo el derecho de maltratar a sus compañeras, situación que se sustenta en la consideración de la mujer como propiedad del marido y en la asignación a las mujeres de un menor valor como seres humanos.


 
“Porque te quiero te aporreo"
En la cultura y en las identidades de mujeres y hombres siguen vigentes dichos populares que unen con gran fuerza el amor y la violencia. En la cultura occidental se ha construido una compleja idea de lo que es el amor, a este se lo asocia con sentimientos como el odio y el sufrimiento, lo cual se hace evidente en canciones populares de diversa índole y en las telenovelas donde después de 200 capítulos de humillaciones, llanto y adversidades, por fin los dos protagonistas pueden ser felices. La expresión de agresiones dentro de una relación amorosa se asume como una manifestación de cariño: si él no le pega es porque no la quiere. La violencia se convierte entonces en la justificación del amor.       
  

“A las mujeres les gusta que le peguen"
Las mujeres que se encuentran en situación de violencia conyugal están inmersas en el ciclo de la violencia marital, el cual dificulta su salida por varios motivos, entre ellos el creer que el agresor va a cambiar su actitud violenta. Si las mujeres continúan en una relación que les hace daño, no es propiamente porque les gusta ser agredidas, sino porque presentan una gran depresión, y una disminución en su autoestima y en la capacidad para tomar decisiones, a lo cual se suma la dependencia afectiva y económica hacia sus parejas. En este punto es importante tener en cuenta que la sociedad ejerce presión, ya que todavía sigue teniendo un gran peso el ideal de la familia nuclear como única opción de convivencia y en cierta forma el seguir con el marido es sinónimo de respetabilidad social.

“Las mujeres golpeadas son masoquistas”
Esta creencia está muy relacionada con la anterior. Muchas veces los términos científicos se popularizan tanto, que llegan a cambiar de sentido. El masoquismo está relacionado con un desorden psicológico que se manifiesta en la obtención del placer sexual por medio del dolor físico. Por lo tanto, relacionar a violencia conyugal con el placer no tiene sentido, ya que la agresión física a una mujer no le produce placer, sino todo lo contrario, le genera dolor, sufrimiento, angustia, miedo y en ocasiones hasta la muerte.

“Si ésta tiene hijos, debe pensar primero en ellos y es preferible que se quede con él”
No se puede seguir pensando que una familia que resuelve los conflictos de manera violenta sea el espacio óptimo para un desarrollo sano y armónico de sus integrantes. El hecho de que una mujer sea maltratada va a tener repercusiones negativas en sus hijos e hijas, les genera problemas psicológicos como miedo, baja autoestima; problemas escolares, de delincuencia; prostitución y drogadicción. Además, las niñas y los niños van a interiorizar la violencia como una forma de relación familiar y social. También es importante tener en cuenta que si la madre es agredida, existe una alta probabilidad de que los menores de edad de también sean agredidos.

“Una mujer solamente es maltratada cuando el hombre tiene un problema específico”                     
Es poco común que una mujer sea maltratada en un único episodio. La situación más frecuentemente encontrada en las instituciones de atención a víctimas de violencia intrafamiliar y en las investigaciones es que las agresiones de los hombres hacia las mujeres se presentan por varios años. Cuando las mujeres se deciden a denunciar el hecho ha pasado un largo tiempo. No es que un hecho específico produzca la agresión, sino que la violencia conyugal es el resultado de la interacción de múltiples factores. En la violencia conyugal, cualquier hecho por insignificante que sea (porque la comida no está caliente, porque no está planchada la camisa, porque se demoró diez minutos, etc.) sirve de justificación para agredir al otro, que por lo general es una mujer.
“El hombre tiene el derecho a maltratar a su esposa: para eso es su marido"
La familia tradicional hacía una tajante división de derechos y deberes, según el género y la edad de sus integrantes. El hombre, jefe de hogar, tenía todo el derecho para hacer cumplir sus deseos y órdenes utilizando cualquier medio para ello. Era así como mujeres, hijas e hijos debían obedecer los mandatos del señor de la casa, sin ni siquiera objetarlos. En dichas familias no todas las personas eran consideradas como sujetos de derechos, ya que el marido estaba podía disponer del cuerpo, vida, movimientos y sexualidad de su compañera, quien no era considerada como ciudadana. Dentro de los derechos del marido estaba maltratar a su esposa y como parte de los deberes de ella estaba el aceptar la violencia. A pesar de los avances culturales y legislativos, esta idea de los derechos del hombre en la familia permanece arraigada en nuestra cultura. Sobra decir que el maltrato físico, psicológico y sexual en la pareja y en la familia es una violación de los Derechos Humanos.

“La violencia conyugal es un problema que sólo se presenta en los estratos bajos”
 
Si bien es cierto que la pobreza y vivienda pueden agravar la violencia intrafamiliar y de pareja, no se constituyen en su única causa, ya que en la producción y reproducción de la violencia conyugal intervienen múltiple factores de diverso tipo. La violencia conyugal afecta a todas las mujeres del mundo independientemente de su clase social, etnia, profesión, religión y nivel educativo; aunque existen diferencias teniendo en cuenta dichas características. Se conoce más de la violencia contra las mujeres de sectores populares porque son ellas las que participan con sus testimonios de vida en la mayoría de los estudios realizados y porque son quienes más acuden a las instituciones públicas en busca de ayuda legal, médica o psicológica. Mientras las mujeres de estratos medios y altos tienen los recursos económicos para asistir a un tratamiento terapéutico privado, con profesionales principalmente del área de la psicología. Además, estos casos no se registran en las estadísticas nacionales, ya que se quedan en el ámbito del consultorio. Sin embargo, cuando terapeutas de pareja escriben sobre las relaciones entre hombres y mujeres, siempre incluyen la violencia conyugal ejercida contra las mujeres como una de las mayores problemáticas consultadas.

 
“Si él es el único que trabaja, no se puede hacer nada"
 
Cuando la mujer ha asumido una función tradicional de ama de casa y su compañero es el único proveedor, se presenta un gran dilema que se puede sintetizar en la siguiente frase: con recursos con violencia o sin recursos y sin violencia. Al respecto se deben tener en cuenta los siguientes aspectos: en la actualidad muchas mujeres de todos los estratos trabajan así sea en el mayor grado de informalidad; mediante varios estudios se ha podido encontrar que el salario que reciben las mujeres lo invierten en el bienestar de su familia, mientras los hombres, con más facilidad, realizan gastos suntuarios. Por otra parte, los recursos económicos que gana la mujer muchas veces son percibidos por ella misma y por su compañero como un ingreso secundario en el hogar. Las demandas de alimentos sirven para que los hombres no se desentiendan de las obligaciones, por lo menos económicas, con sus hijas e hijos. Se hace necesario revisar la premisa de que el varón es el único proveedor económico del hogar, ya que las mujeres, aunque no sean muyconciente de ello o no o admitan, desarrollan proyectos o actividades para su supervivencia económica y la de sus familias.

“Si una mujer dice NO, quiere decir SÍ”
El decidir cuándo, cómo y con quién se desea tener relaciones sexuales hace parte de los Derechos Sexuales y Reproductivos de cualquier persona, así como la decisión de tener hijos o no y el espaciamiento entre ellos. Este prejuicio se basa en la creencia de que el cuerpo de la mujer es un objeto que puede ser tomado por el hombre cuando éste sienta deseo. Aquí también cumple
 una misión importante la manera como ha sido construida la sexualidad masculina y femenina: se ha establecido la idea de que la sexualidad de las mujeres es pasiva y la de los hombres es activa y por ser activa es inaplazable.
Es decir, que los hombres poseen por “naturaleza” un instinto sexual casi animal, el cual tienen que satisfacer inmediatamente sin importar con quién y cómo. Sobra decir que el tener relaciones sexuales debe ser el producto de la decisión libre y sin amenazas de ningún tipo (agresiones físicas o chantajes emocionales) de dos personas.




(Extraído de:
Violencia Intrafamiliar. Módulo 4: Reflexiones sobre violencia de pareja y de género. Política Nacional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar, Haz Paz. 2001)



¿Qué razones pueden llevar a que una mujer soporte la violencia física, sexual y psicológica ejercida en su contra?

• Algunas personas todavía creen que los hombres son los únicos jefe
del hogar y como tales tienen el derecho a controlar la vida, el cuerpo, la sexualidad, los sentimiento y la vida social de sus esposas, compañeras y hasta sus novias, utilizando cualquier medio para ello. Ven a la mujer como “propiedad” del hombre y como un ser humano inferior.
• Se piensa que el matrimonio es para toda la vida, “hasta que la muerte lossepare” y que las mujeres deben cumplir con tal objetivo sin importar si se pone en juego su proyecto de vida y en muchos casos su integridad personal. Algunas mujeres creen que es mejor aceptar el maltrato que correr el riesgo de enfrentarse a una separación, porque se sienten responsables de que la unión subsista aún a costa de sus aspiraciones.
• Seguir con la pareja y mantener la unión o matrimonio a pesar de todos los problemas, se ve como una forma de obtener el respeto dentro de una comunidad.
• Algunas personas tienen la idea de que el amor implica dolor, humillacionesy llanto y que si no se golpea, y no se sufre, no hay amor.
• En general las mujeres maltratadas no han tenido la oportunidad y el apoyo para reconocerse como sujetos de derechos y por lo tanto no comprenden que tienen el derecho a que se respete su dignidad y a no ser maltratadas. No conocen las rutas para recibir atención, ni los servicios a los cuales pueden acudir.
• El maltrato puede llevar a las mujeres a aislarse, a sufrir depresiones, asentirse incapaces de tomar decisiones, por el temor o dependencia que sienten hacia sus parejas, sumado en algunos casos a la falta de apoyo de sus familias.
• Las mujeres tienen miedo a los episodios de celos y represalias de susparejas y al aumento de la violencia.
• La dependencia económica de las mujeres que no trabajan fuera del hogarhace que muchas de ellas soporten la violencia porque se sienten incapaces de afrontar la situación.
• La creencia de que los hombres poseen un instinto sexual por “naturaleza"incontrolable que tiene que ser satisfechos inmediatamente, sin importar con quién, cómo ni cuándo, se complementa con la creencia de que las mujeres son pasivas y que su cuerpo es un objeto que pertenece a los hombres, con lo cual se justifican los abusos sexuales hacia ellas.
• En algunas situaciones las mujeres maltratadas justifican la violencia aque son sometidas por parte de sus esposos, novios o compañeros argumentando que los hombres son violentos por naturaleza y que luego se le pasa, o que cuando maltratan lo hacen debido al consumo de alcohol o sustancias psicoactivas.
• Es posible que se sientan avergonzadas de sí mismas y de su relación mal
tratante. Por ejemplo, en los estratos altos existe el denominado “pudor de clase”, mediante el cual se trata de ocultar todas las manifestaciones de violencia y por lo tanto no es denunciada. Debido a esto es conocida la violencia intrafamiliar vivida por las mujeres de los sectores de menores recursos, porque son las que más buscan ayuda y denuncian a sus agresores.



ALGUNOS CONCEPTOS CLAVES


Sexualidad

“La sexualidad es una construcción social simbólica, hecha a partir de una realidad propia de las personas: seres sexuados en una sociedad determinada.
Como tal, es una dimensión constitutiva del ser humano: biológica, psicológica, cultural, histórica y ética, que comprende sus aspectos emocionales,  comportamentales, cognitivos y comunicativos, tanto para su desarrollo en el plano individual como en el social”.

                                                 Rubio, Eusebio.



Conceptos relacionados con la sexualidad
 ( Tomado de OPS/OMS)

Género

El género es la suma de valores, actitudes, papeles prácticas o características

culturales basadas en el sexo. El género, tal como ha existido de manera

histórica, transculturalmente, y en las sociedades contemporáneas, refleja y

perpetúa las relaciones particulares de poder entre el hombre y la mujer.

Identidad de género
La identidad de género define el grado en que cada persona se identifica como

masculina o femenina o alguna combinación de ambos. Es el marco de referencia

interno, construido a través del tiempo, que permite a los individuos

organizar un autoconcepto y comportarse socialmente en relación a la percepción

de su propio sexo y género. La identidad de género determina la forma en

que las personas experimentan su género y contribuye al sentido de identidad,

singularidad y pertenencia.


Orientación sexual
La orientación sexual es la organización específica del erotismo y/o del vínculo

emocional de un individuo en relación al género de la pareja involucrada

en la actividad sexual. La orientación sexual puede manifestarse en forma de

comportamientos, pensamientos, fantasías o deseos sexuales, o en una combinación

de estos elementos.

Identidad sexual
La identidad de género define el grado en que cada persona se identifica como

hombre o mujer o como una combinación de ambos, y la orientación sexual

de la persona. Es el marco de referencia interno que se forma con el correr de

los años, que permite a un individuo formular un concepto de sí mismo sobre

la base de su sexo, género y orientación sexual y desenvolverse socialmente

conforme a la percepción que tiene de sus capacidades sexuales.

Erotismo
El erotismo es la capacidad humana de experimentar las respuestas subjetivas

que evocan los fenómenos físicos percibidos como deseo sexual, excitación

sexual y orgasmo, y que por lo general se identifican con placer sexual.

El erotismo se construye tanto a nivel individual como social con significados

simbólicos y concretos que lo vinculan a otros aspectos del ser humano.

Vínculo afectivo
La vinculación afectiva es la capacidad humana de establecer lazos con otros

seres humanos que se construyen y mantienen mediante las emociones. El

vínculo afectivo se establece tanto en el plano personal como en el de la sociedad

mediante significados simbólicos y concretos que lo ligan a otros aspectos

del ser humano. El amor representa una clase particularmente deseable de

vínculo afectivo.

Actividad sexual
La actividad sexual es una expresión conductual de la sexualidad personal

donde el componente erótico de la sexualidad es el más evidente. La actividad

sexual se caracteriza por los comportamientos que buscan el erotismo y es

sinónimo de comportamiento sexual.

Prácticas sexuales
Las prácticas sexuales son patrones de actividad sexual presentados por individuos

o comunidades con suficiente consistencia como para ser predecibles.

Relaciones sexuales sin riesgo
La expresión “relaciones seguras sin riesgo” se emplea para especificar las

prácticas y comportamientos sexuales que reducen el riesgo de contraer y

transmitir infecciones de transmisión sexual, en particular el VIH.

Comportamientos sexuales responsables
El comportamiento sexual responsable se expresa en los planos personal,

interpersonal y comunitario. Se caracteriza por autonomía, madurez, honestidad,

respeto, consentimiento, protección, búsqueda de placer y bienestar. La persona que practica

un comportamiento sexual responsable no pretende causar daño y se abstiene de

la explotación, acoso, manipulación y discriminación. Una comunidad fomenta

los comportamientos sexuales responsables al proporcionar la

información, recursos y derechos que las personas necesitan para

participar en dichas práctica.